Después de la herida abierta que sangra, llega la cicatriz, que te transporta a todo aquello que te hizo sufrir, pero un día te despiertas y te das cuenta de que la cicatriz comienza a desaparecer, y con ella todo el dolor que te provocaba ver esa cicatriz.
Te sientes feliz por un instante, pensando en que vas a olvidarlo todo, pero como viene esa felicidad se va, y comienzas a pensar en que si con esa cicatriz no sólo se irá el dolor, sino lo aprendido y los buenos momentos.
Entonces te sientes extraño porque no sabes si cuando esta desaparezca, volverás a ser el niño que no sufría, o serás una persona distinta, si el echo de que desaparezca te hará volver a caer en las mismas trampas o si ni siquiera permitirás a nadie hacerte el mismo daño.
No quiero pasarme la vida odiando, con rabia, pero entonces no desaparecerá jamás la cicatriz, y si me permito el lujo de que desaparezca, no sé qué clase de monstruo puedo acabar siendo, pero sé que desaparecerás, tú, y tu estúpida sonrisa que me dejó tantas noches sin dormir y tantos días sin despertar.
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