miércoles, 6 de marzo de 2013

El poder era entero tuyo.

Hay algo muy duro en esta vida, por debajo de la muerte y por encima del amor. Y es el abandono.
La sensación que te queda de vacío cuando alguien que te importa se marcha, te deja ir, pese a que tú no quieras hacerlo y casi te obliga a ello incluso.

¡Te daba mordisquitos en la barriga y pensaba que tenía el poder! Como si pudiera retenerte, como si tuviera la fuerza necesaria para llevarme aunque fuera un pedacito de ti. Tonta de mí, que luchaba por un pedacito y yo era enterita para ti.

Tenías el poder de hacerme volar o estamparme, sonreír o sufrir, mentir o decir la verdad, poder sobre mi cuerpo, poder sobre mi alma, e incluso sobre mi mente.
Ahora sólo tienes un poder, uno sólo, y es sobre ti mismo. Cuando el orgullo nos ciega perdemos todo nuestro poder sobre los demás y sobre nosotros mismos, siendo el de recapacitar, el único que nos queda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Datos personales

Seguidores