martes, 2 de mayo de 2017

Nada.

Qué egoísta es decir que estás mal cuando la vida te sonríe, y por eso no lo dices, te mirarán mal y te dirán "yo sí que tengo problemas", "no tienes razón para estar así".
Es cierto, suena fatal, tengo una buena vida, una estabilidad que no habría podido imaginar que llegaría a tener.
¿Por qué entonces, me siento tan vacía?
Me obsesiono con tonterías para evitar pensar en lo que realmente me está comiendo, me falta algo, no sé qué es, pero sé que un día estuvo ahí. No sé si lo podré recuperar, no sé por dónde buscar, y tengo miedo de tener que buscar en ciertos lugares, quiero sentirme completa... Pero ese es mi castigo, un agujero en mi garganta, estómago y corazón que sólo alberga soledad, miedo y tristeza. No dejo que me domine, pero luchar cansa, y quiero que esos agujeros desaparezcan, dejar de sentirme sola y dejar de tener miedo.

Hay algo en esta vida que no se recupera, la inocencia, y cuando pasas tus barreras, de repulsión, miedo o asco, te das cuenta de que no era para tanto, y así es como empiezas a caer, y cuando te quieres levantar y recuperar las riendas de tu vida, todo es demasiado aburrido, pero tienes miedo a caer en un futuro devastador si no aceptas un presente aburrido, porque has estado al borde del precipicio, porque has llegado incluso a caer por él, y sabes que lo que hay abajo no te acaba trayendo nada bueno, por dulce y tentador que te parezca.
¿Qué hacer entonces? Nada. Esperar.
¿Llegará alguna señal? Lo dudo.
¿Entonces qué? Nada.

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