sábado, 16 de febrero de 2013

No quiero ser esa mariposa.

Un niña vio una mariposa, intentó cogerla, pero al ver que no se inmutaba la dejó libre.
Al día siguiente la mariposa seguía allí, quieta, no se había movido ni un milímetro, como si no quisiera volar.
La dulce niña al principio no podía comprender porqué la mariposa, siendo libre no quería volar, ver cosas nuevas, pensaba que volar era el sueño de cualquiera. La niña siguió yendo a visitar a la mariposa durante dos semanas, hasta que la mariposa murió.
Pasaron años y años, y la mariposa siguió siendo para ella una incógnita, una pregunta eterna. La niña, que era ya toda una mujer se enamoró de un capullo que le terminó rompiendo el corazón, pasó días en su habitación, sin moverse, sin hablar, sin levantar cabeza, no quería salir, era libre pero no quería aprovechar su libertad.
Y entonces lo entendió, la mariposa añoraba su capullo.

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