Mi subconsciente me ataca, me acosa, no existe orden de alejamiento capaz de evitar que mi cerebro me torture.
Cada día es una lucha interna, cada amanecer hierve mi sangre al igual que cada anochecer la enfría, congela mis lágrimas, mi corazón, preparándose para viajar al cruel mundo de los sueños, un mundo en el que todo es posible, el medio que utilizo para pedir explicaciones a quienes me las deben.
Entonces me despierto, mi sangre me quema, mi corazón arde, mis lágrimas cubren todo mi rostro, son ácidas, mis venas hinchadas, arañazos por todo mi cuerpo, me duele la mandíbula de apretar los dientes y siento que me falta la respiración al levantarme sobresaltada. Mi cama está vacía y mis sábanas tiradas por el suelo, no recuerdo mis sueños, sólo sé que no quiero dormir más.
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